Aceptar

Noviembre y diciembre son meses caóticos, por lo menos para mí. En alguna situación de trabajo bajo presión noté una irritabilidad en mi que no me gusto nada.

La ira es el caso extremo de la frustración que puede ser tan sutil como una pequeña molestia. Wayne W. Dyer dice que:

«El único antídoto para la ira es la eliminación de la frase interna: “Si sólo fueras más parecido a mi”»

Reflexionando en estos días comprobé que es cierto.

Mi problema no era lo que sucedía a mi alrededor, sino lo que yo quería que sucediera, esa expectativa que no coincidía con la realidad.

Desde entonces he estado ejercitando la aceptación, volviendo al momento presente.

El resultado es un sentimiento de paz. Disfruto más lo que hago, agradezco lo que tengo.

La necesidad genera un vacío imposible de llenar, siempre va a faltar algo. La única forma de cambiar la realidad es reconocerla, que sea el punto de partida. ¿Es posible cambiar algo que no existe?

Lo más importante es que estoy más receptivo a lo que pasa a mi alrededor, menos pendiente de recibir y más disponible para dar.