Ceder el control
Capítulo 1

Desde que aprendimos a dominar el fuego creemos que podemos controlar todo, o por lo menos lo intentamos.

Es una idea absurda.

Hay cosas que funcionan muy bien sin nuestra intervención directa.

El simple hecho de seguir viviendo es un acto de fe, todo se reduce a cruzar los dedos y confiar en que el corazón va a seguir latiendo, que las ideas van a seguir llegando y que mañana vamos a tener otra oportunidad.

Dentro de ciertos márgenes tenemos poder y somos responsables de ese poder, pero no todo tiene que ser producto de un plan premeditado.

¿Cuántos descubrimientos que cambiaron la historia fueron un accidente?

Que sea impredecible o incontrolable no quiere decir que no sea válido.

«Sólo tienes derecho al trabajo, no a sus frutos. Nunca te consideres la causa de los resultados de tu trabajo, ni te apegues a la inacción».
—Bhagavad Gītā 2.47

Capítulo 2

¿Quién soy yo para juzgar mi trabajo?

Que sea mi trabajo no quiere decir que esté en condiciones de evaluarlo o de determinar si es bueno o malo, solo puedo dar mi opinión.

Apunto a un ideal pero es más un camino que un destino.

En definitiva, descartar o aprobar cualquier resultado es una decisión subjetiva.