El propósito es lo que le da sentido a tu vida.
Todos tenemos un propósito aunque no lo sepamos. Sobrevivir es el propósito con el que nacemos, es el principio, pero podemos aspirar a más. Estar vivo no es vivir.
Puede que en algún momento nos preguntemos qué sentido tiene la vida, para qué estamos acá, y si hay algo más además de trabajar, ir a dormir, irnos de vacaciones, volver a trabajar y repetir el ciclo indefinidamente.
«La vida es aquello que te sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes».
—John Lennon
Si te estas haciendo estas preguntas no estás loco ni loca, todo lo contrario, significa que estás progresando.
Abraham Maslow desarrolló un modelo que se llama jerarquía de necesidades. En la base de la pirámide está lo más elemental, la supervivencia física, cosas como la alimentación y el descanso. A medida que satisfacemos esas necesidades empezamos a buscar otras cosas, como seguridad, refugio, estabilidad económica, etc.
Y así seguimos avanzando hasta llegar al último nivel, la autorrealización. Es recién ahí que surgen las preguntas existenciales y que empezamos a ocuparnos de cosas más grandes que nosotros mismos.
La pirámide de Maslow es una excelente guía para el desarrollo personal, pero como cualquier otro modelo, es más que nada eso, una guía.
Es posible cuestionarse por el propósito sin tener todas las necesidades previas cubiertas, pero para la mayoría de las personas, mejor estar bien parado en un escalón antes de intentar pasar al siguiente.
Es importante notar que para Maslow, el propósito es una necesidad, no un lujo, es algo que vas a tener que atender más tarde o más temprano si te motiva alcanzar tu máximo potencial.
Como mínimo, tu propósito debería ser la construcción de un propósito, hecho a medida. No le preguntes a nadie cual es porque nadie lo sabe, es una búsqueda personal.
Tampoco es un tesoro enterrado, no es algo que puedas encontrar algún día y de repente todos tus problemas están resueltos, no funciona así.
Más bien es algo que se construye día a día, es un cadena sin fin de descubrimientos y decisiones, se va transformando, lo vas tallando y puliendo. No hay un propósito definitivo, no es una línea de llegada, mientras continúes tu trabajo de autoconocimiento, tu propósito se va a ir adaptando a tu nueva identidad.
Recomendación: El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl.