En momentos de dudas o inseguridades me gusta recordarme que es un juego, no más que eso.
Y que yo decido que juego estoy jugando, como jugarlo y que personaje quiero ser.
Mi objetivo es aprender y con el tiempo ser mejor jugador.
Simon Sinek dice que «Los juegos finitos son jugados por jugadores conocidos. Tienen reglas fijas. Y hay un objetivo acordado que, cuando se logra, pone fin al juego. Por ejemplo, el fútbol es un juego finito».
En cambio los juegos infinitos:
«…son jugados por jugadores conocidos y desconocidos. No hay reglas exactas acordadas. Puede que haya convenciones o leyes que rijan como se deben comportar los jugadores. Pero dentro de unos márgenes amplios, los jugadores pueden actuar como quieran. Si optan por romper las convenciones, pueden hacerlo. La manera en la que cada jugador o jugadora decide jugar depende totalmente de él o ella. Y puede cambiar su forma de jugar en cualquier momento y por cualquier razón.
Los jugadores infinitos tienen horizontes temporales infinitos. Y, como no hay una línea de llegada, no hay un fin práctico del juego, este tipo de juego no se puede “ganar”. En un juego infinito, el objetivo principal es seguir jugando, perpetuar el juego».
La vida es un juego infinito, «…ni se pierde ni se gana, los jugadores simplemente se retiran del juego cuando se quedan sin fuerzas y recursos para seguir jugando».
El perdedor no sabe divertirse, sufre el juego, compite por un trofeo que no existe y deja todo de lado, con tal de ser el mejor por un rato.
No te lo tomes tan en serio, es solo un juego.