Estoy hasta las manos, hasta el cuello, hasta las manijas de la puerta, como el 522 un martes a las dieciocho treinta.
Me volaste la cabeza, el pecho, el alma. Se me desvanece el ego cuando juntamos las palmas.
Me matás desde adentro pero vuelvo a revivir. Me noqueaste de una mirada y ni siquiera te vi venir.
Despeiname, escupime, pegame, quiero sentir que estás acá y que no te vas a ningún lado.
Ya estoy pasado. Vos estás zarpada.
Tengo dragones en la panza y se están cagando a trompadas.