Minero y alquimista

El sueño del minero es ser rico, fácil y rápido.

Un oportunista, dispuesto a viajar kilómetros por el camino de menor esfuerzo, hacia la próxima fiebre del oro.

El oficio del alquimista es la creación.

Atraído por lo desconocido, está dispuesto a intentar una y otra vez lo que para muchos es imposible.

Sabe que el tiempo en el laboratorio es sagrado, así que documenta su trabajo meticulosamente.

Su único propósito es aprender, perfeccionar el método y pasarlo a la próxima generación.

No le interesa el oro, sino la posibilidad.

De transformar lo ordinario, en extraordinario.