Ayer tuve un día largo y difícil. A la salida del trabajo decidí comprar algo rico para cenar y acompañarlo con una buena película.
Llego al super, compro muzzarella para la pizza que tengo en casa y voy por mi bebida preferida del momento, un jugo natural de naranja que descubrí hace unos días.
En la heladera se me cae un jugo buscando los de atrás que están más fríos. En una fracción de segundo con la única mano que tengo libre, suelto el jugo que estoy sacando del estante de arriba y atajo desde abajo el que viene cayendo en el aire.
—¡Sos Spiderman! —Me dice un flaco que venía hacia las heladeras. Yo sólo sonreí.
El comentario me cayó muy bien, fue un gesto desinteresado. Lo dijo sinceramente, casi admirando lo que había presenciado. Trato de que nadie me vea cuando se me escapa alguno de esos trucos.
Salgo del supermercado pensando en lo que pasó y me acuerdo enseguida del episodio en la panadería. Cuando voy a pagar la cajera tira una botella de agua que estaba en el mostrador en frente de mi. Pongo las dos manos, atrapo la botella y vuelvo a dejarla donde estaba.
—¡Qué reflejos! —Dice ella.
—Me cayó en las manos —Justifiqué.
¿Cuántas veces tengo que escucharlo para empezar a creer que es cierto?
Sí, soy un torpe debilucho al que le sale todo mal. Pero también soy ágil y fuerte, tengo habilidades sorprendentes, poderes que recién aprendo a dominar. Soy las dos personas al mismo tiempo, soy todo eso y mucho más.