No deja de sorprenderme.
Queremos progresar, pero agregamos fricción, resistencia, excusas y dificultades absurdas.
Hay una lucha interna todo el tiempo entre dos personalidades, una que quiere avanzar a toda costa no importa lo que cueste y otra que tiene mil peros o se distrae en detalles insignificantes.
A su vez, toda esa energía desperdiciada afirma la noción de que las cosas cuestan, de que es muy difícil hacer esto o lograr aquello.
A medida que entendemos como agregamos fricción innecesariamente, aprendemos a manejar mejor la dificultad, es decir, qué tan dispuestos estamos a enfrentarla.