Una paradoja de la calidad

Hay algo increíblemente liberador en la disciplina. Cuando no hay otra opción más que hacer lo que nos comprometimos a hacer, lo único que queda es descubrir cómo.

A nadie se le ocurre estudiar un libro sobre arte, pintar un cuadro y esperar que sea la próxima Mona Lisa. El libro ayuda, sin duda, pero no alcanza.

Haciendo una y otra vez, desarrollamos las habilidades que necesitamos. La repetición es la clave.

En particular creo que es importante concretar. Vemos el proyecto terminado con más autocrítica. Un borrador siempre está bien, no importa los errores que tenga.

No es intuitivo pero funciona.

Logramos la calidad aceptando resultados mediocres, aprendiendo y repitiendo.