Me entusiasman los descubrimientos, me atrae lo desconocido. Mi curiosidad se esconde en las sombras de la ignorancia.
Aprender es lanzarme a la exploración de nuevos territorios, desembarcar en costas enemigas, pelear otra batalla contra la incomodidad.
El mundo ya estaba acá, pero vuelvo a descubrirlo.
Ellos miran las estrellas, buscando a Dios, pero el cielo es tan inescrutable como esta mar jamás navegada. Escuchan que ruge la mar, la mare, madre mar, ronca voz que contesta al viento frases de condenación eterna, tambores del misterio resonando desde las profundidades: se persignan y quieren rezar y balbucean: «Esta noche nos caemos del mundo, esta noche nos caemos del mundo».
Memoria del Fuego, Los Nacimientos
En el tomo 1 de esta obra impresionante, Galeano cuenta la historia de América, desde la creación hasta el año 1700.
Cerca del principio aparece esta ilustración, y captura en tres palabras lo que muchas veces siento; sobre la vida, sobre el aprendizaje.
En el acto heróico de descubrir nuevas tierras, también está la inocencia de creer ser el primero. Colón no descubrió América, pero entiendo lo que pudo haber sentido.
Quizá lo mismo que siento yo cuando vuelvo a ser novato, cuando salgo al mar a navegar en una balsa, o cuando enfrento monstruos gigantes que me observan en la noche.