¿Qué pasaría si todos dejáramos de trabajar? ¿O si nadie tuviera que trabajar?
Puede que ese sea el rol de la inteligencia artificial y la tecnología, hacer el trabajo por nosotros.
Cuando ya no necesitemos trabajar nos veremos en la incómoda situación de decir que hacer con nuestro tiempo y con nuestra vida. Entonces quizás empecemos a hacer lo que deberíamos haber hecho desde un principio.
Trabajar en el fondo es un acto de generosidad, es para los demás. Alguien nos necesita y alguien tiene que hacerlo.
Hay dos formas de trabajar:
- Por voluntad propia, por amor al arte, porque tenemos algo para decir o algo para dar y queremos compartirlo.
- O por obligación, porque no tenemos otra opción.
¿Qué es más difícil, decidir hacia dónde ir o aceptar el único destino posible?
En cualquiera de los dos casos la respuesta es el propósito, darle un significado a lo que hacemos.
Si no me queda otra alternativa que trabajar entonces más vale hacer algo que me motive, que sea un desafío y que eleve un poco la vida de los demás.